Meditando [With Yoruichi]

Por fin un poco de paz, la Orden últimamente estaba horriblemente escandalosa, con la llegada de nuevos miembros todo el mundo esta alborotado, gritaban, reían y hablaban en voz demasiado alta para el moreno el cual amaba la soledad y el silencio, sobre todo eso, el silencio.

Con un poco de suerte había dado esquinazo al conejo molesto y al Moyashi, los cuales no hacían más que decirle que se sociabilizara. ¡¡Ha!! Como si él necesitara de esos debiluchos para sobrevivir.

El bosque presentaba una paz anormal en ese día, pensó el moreno observando con suspicacia a su alrededor, apenas si se oía el canto de los pájaros alejados de allí, pero a parte de eso nada más, era un sitio y un momento perfecto para meditar, se dijo mentalmente suspirando.

Quizás con un poco de suerte a los nuevos exorcistas no se les ocurría salir y podría entrenar a gusto, pues solamente había una persona en toda la orden a la que aguantaba y sería quizás por sus caracteres tan parecidos...

*Había salido del obscuro y enorme edificio de la Orden tras haberse presentado ante Komui Lee, el Supervisor. Aquella actitud no le gustaba para nada. Había escuchado decir que era un payaso de poca monta, lo cual estaría de acuerdo con ese argumento, aunque asimismo había algunas veces en las que el chino era especialmente serio.

Salía al Bosque que circundaba la Orden seria y mas bien pensativa, sintiendo que Kanda estaría allí entrenando o meditando, y por tanto no le molestaría. Ella respetaba mucho a su nipón espadachín mejor amigo, y lo admiraba, le tenía un cierto cariño. Parecía que ambos se entendían perfectamente, se conocían pues desde críos. Conocía su historia,.. cuánto había sufrido, que era en casi en el mismo grado que ella*

En sonido de unos zapatos chinos tradicionales se resonaba a conjunto con el poco viento, que asimismo tintineaba las anillas dforadas del cabello de la Capitana, así como la kodachi que llevaba consigo a las espaldas. Observaba al frente, seria, pensativa.. quizás recordando el pasado.. aunque quizás no sea tiempo para recordar. Estaba en "casa", la Orden Religiosa Oscura. Ella era una Exorcista, una sirviente de Dios apra combatir contra aquellos que habitan en la oscuridad.

Se detuvo, y observó sus largas garras de la mano derecham recordando asimismo que ella, como Kanda, había sido víctima de un experimento.. y a cuyos miembros no perdonaría jamás..

Con la sangre hirviendo, cerró el puño con rabia, aunque su expresión facial era la misma. No era momento de recordar aquello del pasado..

Parecía estár más cerca de Kanda Yuu, quien le comprendía más que nadie, aunque no interferiría en sus asuntos, sean cuales sean..*

Tenía los ojos cerrados cuando escuchó como alguien caminaba sigilosamente bastante cerca de allí, abrió un ojo enfocándolo hacia la dirección de la que parecía provenir ese misterioso sigilo.

Solo había una persona en la Orden Oscura que pudiera caminar con semejante sigilo, suspiró pesadamente dejando salir el aire de sus pulmones levemente para después volver a recuperarlo.

- ¿Andas buscando algo?- preguntó en voz lo suficientemente alta como para que la otra persona que andaba cerca pudiera escucharle, la verdad sentía curiosidad por la presencia de esa persona por los alrededores.

Apenas se movió un ápice de su posición, manteniéndose sentado en medio de ese pequeño claro, con ambas piernas cruzadas y los ojos cerrados, esperando, aguardando a que se acercara a él, pues había pasado el suficiente tiempo junto a ella como para reconocerla en cualquier situación.

*Las palabras de Kanda la sacaron de sus pensamientos.*

- Hai. A ti- *respondió acercándose a él y deteniéndose a su lado en pie*.- Esperaré, si así lo deseas- *añadió mientras se subía a una rama mediante el uso de la Agilidad, que consistía en acumular partículas atómicas en los pies para desplazarse a variadas distancias, y ella era una maestra en aquel arte.nQuería dejar a Kanda tranquilo con la meditación que ocupaba en aquellos instantes.*

-No me molestas, mientras no hagas mucho ruido.- le lanzó una mirada, abriendo solamente un ojo para ver como la chica subía ágilmente al árbol.
Su frase había sido un tanto estúpida, ya que, después de todo quizás ella era la más silenciosa de la Orden.

-¿Ocurre algo por lo que me buscas?- preguntó cerciorándose de que no era nada importante, pues acababa de llegar de una agotadora e inútil misión en la que apenas si había conseguido algunas pistas sobre la inocencia, pero nada tangible y no le gustaría mucho la verdad tener que volver a partir, mas una simple mirada le bastó para saber que no se trataba de que Komui le hubiese llamado.

*Escuchó tranquilamente las palabras de Kanda y la pregunta que hizo*

- Nada en especial, tras un tiempo sin vernos, aunque no importa- comentó la Capitana dirigiendo su azabache mirada hacia los azabache de él, al ojo que había abierto. -"Me alegra verlo bien, aunque me parece que algo marcha mal.."- Pensaba para sí, agudamente. Le aliviaba ver a Kanda en buen estado, aunque, pese a sin leerle la mirada, sabía que algo no marchaba bien, lo sospechaba desde un principio- Parece que el Conde y los suyos están planeando algo.. me dá esa impresión.- añadió calmada y seria, asentada en la rama del árbol donde había aparecido antes.- Sigue meditando, si así lo deseas. No molestaré mientras tanto. Si quieres, luego podemos dar una vuelta por ahí tranquilamente- sabía qlo que le gustaba a Kanda y lo que no, le comprendía, le entendía más que ningún otro, probablemente.

Suspiró pesadamente mientras descruzaba las piernas al escuchar las frases de la chica.
-Si, ese gordo no se va a quedar de brazos cruzados mientras buscamos la Inocencia... Tiene algo planeado...- dijo con la vista perdida en el suelo durante unos segundos antes de agitar la cabeza redirigiéndola hacia la joven mientras se alzaba.

-Ya he terminado, vámonos antes de que vengan esos niñatos nuevos.- gruñó pensando en los nuevos exorcistas y frunciendo el ceño, no le hacía mucha gracia que cada vez hubiera más gente en la Orden.

Recogió su abrigo y la catana que reposaba en el tronco del árbol donde estaba encaramada la chica y se lo colocó con paciencia.

A ella tampoco le hacía mucha gracia que vinieran tantos Exorcistas nuevos, y más si bien eran unos niñatos.

Asintió ante las palabras de Kanda, se levantó y saltó de aquella rama para caer elegantemente en pie en el suelo, sin hacer apenas ruído, cuando su mejor amigo terminaba de ponerse la gabardina reglamentaria de Exorcista así como la katana al cinto o a las espaldas..

Se dispuso a caminar tranquilamente con él por el Bosque de la Orden, así como por el pueblo o donde Kanda deseaba ir. Ella iba silenciosa en todo momento, solo hablando cuando se quequería.

Esa era una de las cosas que apreciaba de la chica, no hablaba más de lo necesario, tal y como él, y al contrario que todos los demás de aquella casa de locos donde residía y la cual se hacía llamar Orden Oscura, el Moyashi y el conejo no paraban de gritar, al igual que el que debería poner orden en todo ello, Komui Lee, el jefe de sección, el cual en su opinión era un auténtico fracaso.

Se mantuvo caminando si bien sin rumbo fijo, no sabía a donde iban, y al parecer la joven tampoco, ambos simplemente caminaban disfrutando de la temperatura y compañía del otro, sin nada más, tampoco necesitaban nada mas

Le gustaba la compañía y presencia de Kanda, así como la temperatura que emergía, pese a ser tan frío, serio y arisco. Ella asimismo era así, o muy parecida a él.

Parecía que no andaban hacia ningún lado, aunque aquello parecía que no importaba demasiado. Cada vez se adentraban más en el bosque de la Orden, hasta toparsem, en el centro de éste, un enorme lago de aguas cristalinas y al parecer era el sitio más tranquilo, silencioso y calmo para dos personas como Kanda y Yoruichi.

Sus mejillas se tornaron de un leve tono sonrosado, levemente, por unos segundos, pensando, aunque, a decir verdad, no debía pensar cosas que no debía, no delante de Kanda ni de nadie.

Miró a la chica frunciendo el ceño pues parecía muy abstraída en su mundo desde que había comenzado a andar, más hizo caso omiso a ello y se dirigió hacia ese enorme y cristalino lago, en el cual se podía respirar paz.

Se dejó caer sobre una de las rocas que bordeaban el pantano con un pesado suspiro, dejando su Mugen a un lado de él y observando a la joven, con curiosidad pues hacía tiempo que no la veía y su pelo parecía un poco más largo.

Se sintió de pronto estúpido pensando en ese tipo de cosas.

Se había sentido estúpida por pensar esas cosas de antes, tendría que cuidarse de no pensar ni decir tonterías. Se disculpó en silencio ante tal descuído, pues aquéllo no era muy propio de ella, tras lo que se asentó tranquilamente al lado de Kanda, con permiso, cruzando las piernas.

Su kodachi reposaba a sus espaldas, de forma horizontal, un rasgo característico de ella, al igual que su peinado, aunque a veces lo cambiaba por una larga coleta de caballo o típicos peinados japoneses.

Observaba el enorme y cristalino lago con aquellos ojos azabache, de igual tono que los de Kanda. Lo que más le gustaba de él era su forma de ser, pese a ser así de frío, serio y arisco, y por fuera era bastante atractivo, su largo y lacio cabello negriazulado, su mirada azabache y distante, su buen trabajo físico que hacía a diario.. pero aquéllo no era lo importante. Apreciaba a Kanda tal como era, sea como fuere, jamás cambiaría su opinión de él.

El silencio se volvió a imponer con más severidad en aquel claro del bosque, mientras que procedente de la Orden aún allí podía oír gritos y alguna que otra... ¿explosión? Su oído era bastante fino y podía llegar a captar cosas que gente normal no podría, no hizo caso de la explosión, pues después de tanto años allí sabía que era sinónimo de algún experimento fallido del loco de Komui, y dejaría que el Moyashi se encargara de ello.

Suspiró pesadamente relajando sus hombros, aunque aún quedado en tensión, pues nunca llegaba a relajarse al completo, era mejor mantenerse en guardia, algo que aprendió durante todos su años de vida como exorcista.

- Ha pasado tiempo desde que no hablábamos...- soltó sin siquiera mirar a la morena.

- Ha pasado tiempo desde que no hablábamos...- soltó sin siquiera mirar a la morena.

Miró a Kanda tras escuchar sus palabras e ignorar aquella explosión que seguramente venía de un fastidioso Komurín, invención del payaso idiota Komui Lee.

- Ya ves. Hace meses, creo, desde que nos vimos por última vez.- aceertó a decir la chica con quella voz tranquila, seria, de tono grave pero indudablemente fémino y claro.

-Meses...- se quedó pensativo, en esos meses habían pasado tantas cosas en lar Orden, meses que indudablemente les habían cambiado la vida a todos aquellos habitantes de ese lugar.
Cosas como la aparición del Arca y que el estúpido Moyashi pudiera controlarla eran incentivos para que todos en la Orden estuvieran con los nervios a flor de piel.

-Y bien... ¿Cómo has pasado estos últimos meses?- la miró de reojo.

- Bien, supongo.- Respondió la chica mirándole sin temer a aquella mirada tan seria, fría y arisca como el propio Kanda. No le temía, mas bien le respetaba, le admiraba e incluso le tenía cierto cariño.- No han habido muchas batallas. Escuché que fuiste a Edo..- comentó, aunque no se le ocurrió seguir, a sabiendas de lo que pasó en el rcan. No se lo perdonaría nunca el no haber estado allí y lo que ocurrió en aquella Arca que ahora estaba en dominios de la Orden Oscura para su entera disposición. Comprensiva y seriamente miró a Kanda durante un rato para después dirigir aquella azabache mirada de ella hacia las cristalinas aguas, pensativa y bastante seria.

Esas palabras hicieron que toda la batalla en Edo acudiera a su mente, la batalla contra reloj en el Arca, su pelea contra aquél Noé y como pro casi no lo cuentan, a pesar de haber sucedido hace poco parecía que habían transcurrido años de ello. Además tras eso había que sumarle los problemas que había dado el Moyashi con todo eso del catorceavo, realmente era una molestia.

-Si.- no dijo más, no había que decir más, después de todo ella tampoco había preguntado por más información, siguió la mirada de la joven hacia la aguas también y el silencio de la noche les envolvió.

- Entiendo.- comentó la chica más que comprensiva con su peluazul mejor amigo. No le pregunatría nada más por si sinceramente le era un tema bastante molesto, y lo comrendía, sobre todo si era por el peliblanco moyashi. El poco viento mecía los cabellos de ambos suavemente.

Desvió su mirada hacia él, sintiendo que algo extraño brotaba de su interior, pero no dijo nada sobre ello. Entendía y comrendía más que nadie a Kanda Yuu, y tal vez él le comprendía más a ella que nadie.

Suspiró dejándose caer sobre la piedra en la que se encontraba alzando los brazos y apoyando la cabeza sobre ellos, cerró los ojos lentamente.
- Las cosas no han ido según lo planeado últimamente y la Orden está sumida en un caos desde la llegada del moyashi...- comentó como si estuviera hablando para sí mismo.

-Y me temo que todo esto irá a peor.- suspiró de nuevo mirando de reojo a la moreno con un ojo cerrado y el otro entreabierto, a partir de ahora no estaba seguro de poder seguir protegiéndola como había hecho hasta ese momento, siempre cuidando de que nadie se diera cuenta de ello, dando vanas excusas como lo mal que le vendría a la Orden la baja de un exorcista y cosas por el estilo, negándole al mundo y así mismo la verdadera razón.

Escuchó a Kanda en silencio, y de manera comprensiva. Se levantó y se asentó junto a Kanda, que estana recostado en aquella orilla. Comprendía perfectamente lo que había hecho el peliblanco moyashi. Le miró en silencio, aunque no había que se necesitaba decir.

Pese a no decir nada, hizo algo que no se esperaba de sí. Posó una mano suavemente sobre un hombro de él, como un gesto de consuelo. Su azabache mirada significaba apoyo incondicional, por algo pues era una Exorcista, y la esperanza era lo último que se perdía, aunque aquellas dichas de cursiladas y demás, no eran su estilo. Miró a Kanda seria, aunque con la mirada firme, comprensiva y de apoyo insondicional.

- Os ayudaré.- decidió, aunque segundos después apartó suave la mano que tenía sobre el hombro de Kanda para prestarle ese apoyo que tanto se necesitaba, una vez pasado lo del Arca.- Venga lo que vega, lo demoleremos.

Suspiró
“Lo demoleremos”
Como si fuera tan fácil hacer algo semejante con el Conde Milenario.
-Eso quiero creer...- deseó no muy convencido de sus palabras.

Ese leve gesto fugaz sobre su hombro le dio quizás un poco del consuelo que necesitaba que no recibía debido a su temperamento frío y distante para con los demás, cosa que no ocurría con aquella chica,. Pues por más que en ocasiones la había tratado mal e incluso respondido de mala manera seguía allí apoyándole y eso... Le hacia sentir importante.

Aquéllo no era nada fácil, por supuesto. Miró a Kanda comprensivamente. Le seguiría apoyando, respetando y admirando como si fuera lo más importante, pese a que él la habría tratado mal y de forma fría en el pasado. Ella jamás se rendiría, ni ahora ni nunca, ni durante la Guerra Santa ni nunca. Ella era una mujer determinada y bastante firme, que tenía claras sus ideas, mas ella era la Princesa y primera Cabeza femenina del clan Shihouin, una de las Cuatro Grandes Casas japonesas, que marcharon a Corea del Sur hacía siglos, antes de que el Conde ocupase Edo como base, y después de todo ella debía de dar ejemplo, pese a no recordar casi nada de su infancia. Sólo recordaba a Kanda, al Zhou.. a Alma.., y a otros cuantos que ni siquiera que sabía sus nombres, y cuánto habrían sufrido tanto Kanda como ella para llegar a donde habían llegado.

Se quedó en silencio, observando comprensiva y firmemente a Kanda a los ojos azabache de él, con los suyos del mismo tono que los de él. Sabía que aquella Guerra no era nada fácil, y solo con esfuerzo, y sabiendo afrontar lo dura que es la vida, siendo adversos para ello, soportando las caídas.. aunque comprendía lo que significaban...

Pero.. de repente, una voz surgió como de la nada.

- Taichoooo- saludó con efusividad. Indudablemente era del hombre más estúpido que la joven había visto, Marechiyo Oomaeda tachándolo de vago, incompenente y demasiado glotón, ya que de por sí estaba demasiado gordo. Marechiyo Ōmaeda es un Ninja muy alto y corpulento, doblando en altura a su Capitana y fácilmente triplicando su peso. Su cara es ancha y poco agraciada, con una gran nariz y boca. Su pelo es negro y lo lleva peinado de una forma poco corriente. Marechiyo no se considera gordo, sino, como él dice, lozano, lo que para él es símbolo de su riqueza y estatus. Lleva un uniforme normal de ninja, salvo por una gran gola morada, y también suele llevar muchas joyas y oro.

Omaeda era un hombre charlatán y grosero. Es muy arrogante, glotón, codicioso y sucio, estando entre sus manías la de hurgarse la nariz frecuentemente y comer sin importarle donde caen las migas que deja; se sabe que su Capitana le ha apalizado numerosas veces debido que esas migas han caído sobre su pelo. Le gusta comer galletas de arroz frito dondequiera que esté. También se sabe sin embargo, que no le gusta el pescado. Como miembro de una familia de clase alta, Marechiyo muestra un gran desprecio por los "pobres patéticos palurdos y flacos" de clase baja.

Ante tal incompetencia, como siempre, se había llevado una certera patada en plena cara por parte de la Capitana Yoruichi, que se había levantado a la vez de un salto, aunque manteniendo cuidado para no golpearle a Kanda, -lo que no debía hacer nunca, ni lo haría en pintura-, lo que derribó al Teniente, que por ahora vestía encima un traje de Rastreador o Buscador.

- ¿Qué diablos haces aquí, Oomaeda?- le espetó no con cierta frialdad, severidad e indiferencia, así como con desdén al propio Oomaeda.

- Taicho, ¿no me diga que no se alegra de verme? Como Teniente debo estar tras mi Capitán para defenderla y cuidarla si fuese...-

- No recuerdo haber pedido tu ayuda, baka Oomaeda- le cortó espetándole la Capitana mirándolo siempre de reojo, con desdén, severidad e indiferencia.- Vete.- Y no fue necesario repetirlo dos veces, pues Marechiyo Oomaeda se marchó tras levantarse lastimosamente debido a la patada que la Capitana que le había proporcionado en plena cara al incompetente Teniente. Yoruichi volteó la vista hacia Kanda- Perdona por hacerte esperar.- comentó serena y seria, lo que se asentó nuevamente junto a Kanda, mirando las aguas cristalinas del enorme lago.

Bufó al escuchar una voz de fondo y se incorporó semi alerta llevando una mano a Mugen, mas antes siquiera de desenvainar la espada una figura que reconoció se hizo presente, apenas conocía nada de ese tipo pero si lo justo como para entrecerrar los ojos gruñendo molesto por su interrupción.

Pero no fue necesario echarle de allí mediante insultos, gruñidos y agresiones de las que hacía gala el moreno pues la chica se encargó de ello por él, y mas relajado simplemente volvió a dejar a Mugen a un lado recostándose de nuevo sobre la roca hasta que las palabras de disculpa de la joven le azotaron, entreabrió un ojo mirándola.

Un suave gruñido de nuevo silencio, suspiró agradecido por ello.
- Esos idiotas nunca aprenderán un poco de lógica...- dijo refiriéndose no solo a ese hombre que acababa de hacer presencia cerca de allí, sino a todos los que habitaban la Orden.

- Esos idiotas nunca aprenderán un poco de lógica...- dijo refiriéndose no solo a ese hombre que acababa de hacer presencia cerca de allí, sino a todos los que habitaban la Orden.

Estaba muy de acuerdo con lo que dijo Kanda, tras asentarse de nuevo a su lado, mas entendía a quienes se refería y ella sonrió muy levemente de medio lado como forma de que estaba de acuerdo con lo dicho, aunque para hablar después volteó a su expresión seria y neutra, como Kanda.

- Muy acordemente estoy contigo, Kanda. Ese estupido bola de sebo, junto con otros idiotas, debe aprender la lección, y con mano dura, si se necesita.- comentó la peliazabache mirando a los ojos azabache de Kanda, cuya mirada le gustaba, como su largo cabello azulado, liso y lacio.

Era extraño lo que sentía, aunque no permitiría que interfisiese en sus ideas. Su físico y personalidad era lo que más le gustaba de él, y estaba enterada de la maldición que posaba sobre su interior, y ni en pintura revelaría el secreto. A nadie.

- Algún día les costará cara su estupidez, mucho del que hoy en día se hacen llamar exorcistas tan siquiera llegar a captar el significado de lo que engloba esa palabra.- sus ojos se fijaron en un punto en el cielo, mientras su mente se levaba de aquel lugar a un pasado que prefría mantener la mayor parte del tiempo escondido en su memoria pero que era inevitable evocar en algunos momentos.

Su vida realmente no tenía un significado claro, vivía para encontrar a esa mujer que veía a veces aún en sueños, pero aún y así no podía evitar recordar la sonrisa de Alma y algunas escenas vividas en el pasado, las cuales le hacían a veces dudar si estaba siguiendo el camino correcto, pero al parecer esa joven que hoy en día se encontraba en esos momentos a su lado no parecía que fuera a evitarle el seguir avanzando, tenía casi la certeza de que si se desviaba del camino ella le ayudaría a volver a enderezarse y eso, aunque no lo mostrara le hacía sentirse mas seguro.